Mis pequeños
Juan, Javi y Pablo, estoy viviendo uno de los momentos más intensos de mi vida...
Aunque ahora que lo pienso, quizás simplemente lo sienta así ahora, porque soy consciente de lo que estoy viviendo.
Hay una corriente
de pensamiento-vida / filosofía llamada Mindfullness que habla sobre vivir la
vida de forma consciente, de tomar consciencia de lo que vivimos, de lo que
hacemos y de los sentimientos que nos despiertan ciertas actitudes o actos de
otras personas y de nosotros mismos. He visto, sin embargo, que este aspecto, es
algo común a muchas otras corrientes, culturas, teorías de pensamiento o
terapias. Si al final no somos distintos,
sino diversos, tenemos la misma naturaleza. Ahora llaman “coaching” a un
tipo de acompañamiento, que trata de hacerte consciente de tu lugar en el mundo
para tratar de conseguir tus metas, para eso hay millones de videos, historias
y frases llenas de motivación, de ánimo, de refuerzo para resistir los envites
de una sociedad que te rechaza si eres un “loser”. Y es que incluso nosotros
mismos nos rechazamos si no representamos una imagen que nos es 100% impuesta: solvencia
económica (el “taco”), coche de gama alta, vacaciones de lujo todo incluido, cuerpo
sabrosón, habilidades sociales, miles de “followers” en Twitter y “likes” en
Facebook, o una pareja que cualquiera podría desear bajo estos mismos
parámetros, aunque en un momento dado, también es aceptado o incluso mejor
visto que tener pareja, “usar y tirar” a personas deseadas por la generalidad,
cuantas más mejor, que la vida son dos días.
Por supuesto, llevar
una vida tan exitosa (modo ironía “on”) te obliga a dejar huella gráfica en las
redes sociales -desde el “Smartphone” en un palito-, de todo viaje, ropa nueva,
culo/tetas/músculos apretados… ¡ah! Y esa moda de poner la boca con forma de ano,
es la forma que adoptan los labios cuando en vez de besar a alguien lo que
besas es tu propio ego… ¡Ufffffffff!... Ahora que está escrito lo anterior, veo
aún más claro que en mi vida no
quiero seguir en la línea de descalificar o señalar gratuitamente aquello que
no me gusta; por eso pido perdón a todo al que haya ofendido en las líneas
anteriores, que son reminiscencias de lo que he venido siendo hasta hoy. Pero
mantengo lo escrito como muestra de lo que pretendo evitar en adelante…
He descrito una parte de la realidad que vivimos en
esta segunda década del S. XXI de forma nada positiva ni constructiva, y es
algo que destruye, que no aporta nada bueno y quiero apartarlo de mi vida. Sí; nunca se debe ser demasiado viejo para cambiar
algo que no te gusta de tu persona. Mamá Cris me está ayudando a observar
la realidad sin querer juzgar, sin señalar ni remarcar aquello que no me parece
bien o que no comparto. Esto no quiere decir que vaya a dejar de denunciar lo
que no me parece justo, sino que he llegado al convencimiento de que solo desde el respeto y el reconocimiento mutuo
es posible construir algo nuevo y bueno de verdad, porque el mundo tenemos
que cambiarlo entre todas las personas y porque -por enésima vez en este blog-
nadie es mejor que nadie. Así, por ejemplo, un gobierno de izquierdas nunca va
a conseguir algo realmente bueno, si no es contando con la derecha. Y
viceversa. Esta fue la clave en la transición española (y ahora nos volvemos a
polarizar…), o en el gobierno de Mandela, declarando la amnistía para los
defensores del régimen del apartheid. Duro, pero aplastante. Por eso también debemos acoger a los refugiados sirios o a los que vienen en patera para tratar de buscarse un futuro mejor... estamos viviendo días en que se elevan alambradas, se abandona a la deriva en el mar y se cierran puertas a los que no tienen nada, mis Kirikús. Yo no quiero formar parte de una sociedad que tolera esto...
Me resulta incomprensible que se pueda llegar a situaciones tan deshumanizadas... mientras nosotros disfrutamos de la playa, mucha gente sufre por llegar a nuestra orilla. No quiero mirar a otro lado, y también quiero que viváis conscientes del mundo que habitamos, y que seáis conscientes de que el cambio es posible, pero para ello, es preciso que nosotros mismos cambiemos.
Ya veis, una
verdad lleva a otra (como los vicios, pero "en güeno")… lo anterior viene de intentar transmitiros la verdad que ayer me inspirasteis vosotros montados en el coche viendo el “tonejito” (Bugs Bunny, para algunos), en uno de los momentos mágicos y preciosos que nos regala la
vida. Cada vez que subís al coche nos pedís que pongamos el tonejito y la
verdad es que a mamá y a mí nos ayuda bastante para que estéis tranquilos
durante los viajes, pero algún día descubriréis que si lo apagamos, podemos
disfrutar de la música con canciones que cantemos todos juntos, de la
conversación, de los juegos, del silencio interior en otros tramos, deleitándonos
con preciosos paisajes o con los profundos e inspiradores colores que nos
muestra el cielo en distintos momentos del día; y en la noche se pueden ver
estrellas que normalmente no pueden apreciarse, o el centelleo de aviones que
vuelan hacia el ansiado hogar de algunos o el destino soñado para otros...
Pues bien, hasta que ese momento pueda llegar, seguiréis recitando de memoria
-como ya hace Juan (4) y como comienza a hacer Javi (2)…- las conversaciones del
tonejito con el pobre cazador, el carcelero bigotudo o con el pato Lucas; y fue
ayer la segunda vez que observé cómo llega un momento en que justo antes de
finalizar un episodio, el tonejito dice algo…se hacen 4 segundos de silencio y
otro personaje emite un grito –¡¡¡aaaaaaaarg!!!-. Pues en ese momento, y al
unísono, Juan y Javi emitís el mismo grito, os miráis el uno al otro y soltáis
una carcajada… mientras Pablo mira extrañado a uno y a otro. Ese magnífico momento de complicidad y vínculo fraterno bien vale una vida… y ayer me hizo
pensar en la complicidad con mamá Cris, la que siempre hemos tenido pero no
siempre hemos manifestado o sentido a lo largo de nuestra historia (o momentos
de histeria…). Sin embargo, los momentos que estamos viviendo mamá y yo son de
reencuentro, de fortalecimiento, de revivir y de volver a disfrutar momentos
juntos, tras la vorágine de nuevas ilusiones, de intensas emociones y de aprendizaje a
marchas forzadas, en un tiempo dedicado por completo a vosotros durante los
últimos 4 años.
Mamá Cris y yo
hemos sido bendecidos con la gracia de encontrarnos, y hoy vuelvo a ser consciente
de que mi encuentro con ella me ayuda a encontrarme conmigo mismo, lo que me
hace ser más auténtico, reconociendo mis miserias con más o menos humildad,
pero tratando de vivir de la forma más honesta y coherente. Lo que me lleva a vivir en paz y felicidad, en verdad. Y es que la verdad
está en uno mismo, pero se encuentra a través del otro. Esto lo resume una cita
que -sin entenderla del todo- siempre llevé conmigo desde joven, y que dice
algo así:
“Busqué a Dios y no lo encontré. Me busqué a mí
mismo y tampoco me encontré. Busqué al prójimo y encontré a los tres”
Por eso, mis
Kirikús, buscad al otro, volved a vuestro interior y… sed auténticos y cambiad el mundo. Os quiero… os
quiero felices.