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Motivación del blog... mis pequeños Kirikús, la búsqueda de la verdad para ser libre y encontrar la felicidad en un mundo desigual...



@JuanAnGoMar







miércoles, 12 de junio de 2013

Cómo se puede cambiar el mundo…

Mis pequeños kirikús… escribo “pequeños” pero siento el más grande e intenso amor que jamás haya podido albergar mi corazón. Parece mentira que unas persona s tan pequeñitas puedan generar una energía tan poder osa. Una energía tal, con la que poder cambiar el mundo.

Y es que con Javi tan cerca de nacer (en una semana… ¡días!) y Juan empezando a expresarse y contestando “sí” con la cabeza a nuestras preguntas (empezamos a llegar a un nuevo nivel de entendimiento entre nosotros, Juanr4… ¡no sabes lo emocionante que nos resulta!), se ha despertado en mí una sensibilidad especial ante los sucesos de la vida. Percibiendo ahora las cosas no como persona, sino como padre. Lo cual, trae consigo un sentimiento de corresponsabilidad ante lo que sucede a mi alrededor; y un estado de alerta y análisis crítico, para poder actuar, dar una respuesta con mi propia vida. Quiero que el mundo que os encontréis sea el mejor posible, no sin dificultades, pero sí con justicia y oportunidades.

A raíz de esta sensación de emoción intensa, de vivir cada momento a flor de piel, viene mi reflexión…. en la vida se crece con los retos y las dificultades, no entre algodones. Ser padre no es una dificultad, pero sí un gran reto que me hace desarrollar al máximo todas mis capacidades para poder daros la protección necesaria, el entorno adecuado para vuestro desarrollo/aprendizaje y todo el amor y entrega posibles. Como consecuencia, se hace más intensa la necesidad de actuar frente a las injusticias, de no quedarme callado ante el sinsentido y la hipocresía. Percibir la realidad como una consecuencia de tu existencia supone un grado más de madurez, o cuanto menos, denota un conocimiento o una consciencia más profunda de tu propia existencia, que puede hacer despertar una actitud proactiva y una inquietud por ser constructivo, ya no solo en favor propio, sino en el de la colectividad humana, y es entonces, cuando la persona comienza a trabajar para cambiar la realidad, el mundo…

Recuerdo que cuando era más joven -de 11 a 14 años-, cuando hablaba del tema de la pobreza o el hambre en el mundo con otros amigos o en grupos, siempre decíamos, “pero… ¿qué puedo hacer yo para arreglar nada, si soy tan poca cosa?”. Curiosamente, pensábamos que cuando fuéramos adultos tendríamos más capacidad para cambiar las cosas. Tendríamos voz, dinero, cierta posición, cierta autoridad… no sabíamos qué era, pero los mayores eran autónomos, tenían coche, trabajo, llaves de casa, compraban cosas, arreglaban asuntos, hacían papeles, iban a oficinas, tenían hijos, eran serios, se reían de cosas aburridas, les gustaba ver las noticias, incluso de política…

Hoy  - con 37 años ya, … -, veo cómo muchos de aquellos niños con ansias de cambiar el mundo ¡han alcanzado ya la edad de poder hacer cosas!... pero lamentablemente, siguen pensando eso mismo de: “¿qué puedo hacer yo para arreglar nada?. Ahora, los adultos siguen teniendo excusas o justificaciones como: “el problema son las instituciones, el gobierno, las grandes corporaciones, los medios de comunicación, los lobbies, la corrupción,… la masa social, ¡que se deja llevar! y no se puede ir contracorriente en plan "francotirador". Además,… ¡bastante tengo yo ya con llevar mi vida y mi familia adelante!”.

Sin embargo, es cada uno de nosotros -por separado-, quien sigue votando a quienes nos gobiernan; quien consume productos de empresas que explotan a las personas y que esquilman los recursos, contaminando el planeta sin pudor ni castigo; es cada uno de nosotros quien compra el periódico que nos cuenta lo que queremos oír y lo cree sin cuestionarlo; quien aguanta la presión del que tenemos encima o al lado con tal de mantener nuestro frágil estatus; somos cada uno de nosotros quienes miramos para otro lado… intentando mejorar o asegurar nuestra posición,… virgencita, ¡que me quede como estoy! Todos y cada uno de nosotros somos la masa social que se deja llevar.

Como se cuenta que dicen a los alcohólicos en rehabilitación… “el primer paso para salir, es aceptar que tienes un problema con el alcohol”. Es decir, si no reconocemos que somos corresponsables de la realidad existente, no seremos capaces de cambiarla a mejor. O algo que se oye mucho también: “si no eres parte de la solución, eres parte del problema”.

La verdad que hoy quiero compartir para que seáis libres es la siguiente: la limitación para hacer cosas está en nuestra propia cabeza. Sólo necesitamos la madurez, la experiencia o la lucidez necesaria, para ver las cosas desde otra perspectiva. La perspectiva desde la que ver que si yo no estuviera, las cosas serían de otra manera, por tanto, si lo que hay no me gusta, puedo y debo cambiarlo; es mi obligación –moral y personal- como habitante del planeta.

Los que se erigen como “gurús”, y que pretenden mantener el (des)orden de la sociedad actual para seguir en la cumbre, suelen llamar a esto utopía, idealismo, optimismo irreal, locura, ceguera, inocencia, ingenuidad… El resto de personas que creen en estos “gurús”, no quieren cambiar su forma de vida por miedo a perder su posición (zona de “confort”), y también intentarán desilusionar a aquellos que viven con intensidad y en libertad.

El vídeo que cuelgo a continuación, me lo dio a conocer mi amigo Luis, compañero de trabajo que un día eligió cambiar de vida radicalmente. Ya me diréis si merece la pena o no, elegir vuestra propia vida o seguir la corriente. Ya me diréis si es posible o no, cambiar el mundo…



Esto es lo que mamá Cris y yo tratamos de transmitiros día a día, para que cuando llegue el momento seáis capaces de decidir por vosotros mismos qué queréis hacer con vuestra vida, cómo queréis seguir vuestro camino a la felicidad... ¡¡Sabemos que seréis capaces de conseguirlo!!

¡¡¡¡Os quiero pequeñines!!!!

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